II. Esta Maldita Distancia (Capítulo IV)

...Ha llegado el día... son las 00:30 y ya por fín es 3 de Mayo, aún quedan unas horas para que llegue el vuelo de Japón, estoy tan nervioso que no voy a poder dormir ni siquiera unas horas.

Llevo horas preparado... me duché, me vestí y he repasado cada una de las palabras que le voy a decir en cuanto la vea, todos los sentimientos, todo lo que la he echado de menos y todos los planes de futuro que quiero cumplir a su lado.

Miro el reloj a cada segundo, -¿porqué el tiempo tiene que pasar tan despacio?- llevo 3 años esperando y las últimas horas se me están haciendo eternas en comparación. La verdad que mis sentimientos están enfrentados, una parte de mi quiere creer que la veré, que vendrá y me pregunto si estará muy cambiada.... pero la otra parte de mí piensa que malgasto mi tiempo, que no aparecerá y me pregunto cuanto tiempo esperaré en el aeropuerto hasta darme por vencido de que no va a aparecer nunca más.

Vuelvo a mirar el reloj, apenas han pasado unos minutos, espero una larga noche, probablmente me vaya temprano al aeropuerto, por si el vuelo llegase pronto y quizá el ir y venir de la gente haga que mis horas pasen más rápido.

De nuevo el reloj, apenas a avanzado, me miro al espejo y reviso mi ropa, tal vez deba cambiarme, tal vez así voy bien, decido cambiarme la camisa y sobre la mesa tengo todas las colonias, no se cual decidiré a echarme, tal vez mi favorita, tal vez la que usé aquel día....

Los minutos pasan lentos, los nervios no hacen más que aumentar y aquí estoy sentado en la silla de mi escritorio, mirando el reloj, con las llaves del coche sobre la mesa, esperando a decidirme a ir al aeropuerto, pero aún es muy temprano.

Intento encontrar un entretenimiento, leo algunos artículos de la revista que tengo en la mesa, miro el reloj otra vez, solo son las 2 de la mañana, aún quedan 4 largas horas....

Sigue avanzado la noche, despacio... muy despacio, cada vez estoy mas desesperado, ya no que se hacer para matar el tiempo. Decido salir de casa, voy a dar un paseo, hoy no hay luna llena como aquel día y hace fresco. No se ve mucha gente por la calle, lo cual es normal ya que mañana es día laborable. Me siento en un banco, concretamente en el banco donde la ví por primera vez, revivo cada segundo de aquella noche mágica, en mi bolsillo la nota que nos entregó aquel mendigo en el aeropuerto, la saco, la leo... la vuelvo a leer una y otra vez. Aquella nota fue mágica tiene que serlo esta noche también, tiene que cumplirse la última parte.

Decido salir hacia el aeropuerto, voy a ir despacio y posiblemente por la ruta menos directa, me vendrá bien dar un paseo y gastar tiempo, tal vez la carretera y un poco de música en la radio me ayude a relajarme.

FIN

Raúl Tébar

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