... -Por favor sus pasaportes y billetes de embarque- Nos dijo aquella azafata, llegó el momento de separarnos, dejamos pasar a un par de personas que había detrás nuestra mientras nos abrazamos fuertemente; nuestros ojos estaban llenos de lágrimas, no queríamos separarnos, ya que a pesar de habernos conocido aquella misma noche ambos sentíamos que había nacido algo muy fuerte en nuestros corazones que nos unía y estábamos tristes porque sabíamos que no volveríamos a vernos en mucho tiempo...
-Vendré a verte en cuanto pueda- me dijo ella entre sollozos, -Te estaré esperando, toma mi teléfono y mi correo electrónico, así estaremos en contacto- la dije apuntándola en un pequeño papel mis datos, -no sé si allí dispondré de internet y las llamadas saldrán bastante caras... no quiero irme sin que ambos sepamos cuándo volveremos a vernos, ¿qué te parece dentro de 3 años?- me dijo entusiasmada. -Me parece genial ¿qué te parece el 4 de mayo de 2013 a las 6 de la mañana?- le propuse con intención de tener una fecha y hora concreta. -Aquí estaré para entonces, ¡no lo dudes nunca!- me dijo mirándome fijamente a los ojos, nos abrazamos nuevamente y nos fundimos en un beso digno de una despedida como la nuestra, hasta que finalmente tuvo que marcharse -Adiós, te echaré mucho de menos- me dijo llorando, -Hasta pronto y recuerda que estaré esperándote- la respondí mientras nuestras manos se iban separando lentamente.
Ella comenzó a caminar hacia el control policial y yo me quedé allí mirándola como se marchaba, entonces al meter mis manos en los bolsillos me di cuenta de que tenía el llavero que la había comprado... -¡¡ESPERA, TENGO ALGO PARA TÍ!!- grité, ella vino corriendo justo antes de dejar sus cosas en la bandeja del escáner, -compré esto para ti, para que siempre recuerdes que aquí habrá alguien esperándote- la dije mientras ponía en su mano el llavero. -Gracias, nunca lo olvidaré- me contestó mientras sus labios besaban de nuevo los míos.
Pasó el control y tras aquellas vidrieras vi como se marchaba llena de lágrimas, despidiéndose con el llavero fuertemente agarrado, mientras desaparecía descendiendo por aquellas escaleras mecánicas.
No cabía duda de que aquella noche había sido la mejor de toda mi vida; mis ojos enrojecidos dejaban escapar lágrimas de tristeza por haber tenido tan poco tiempo para estar con ella... ahora tan solo quedaba esperar a que el tiempo pasara rápido con la esperanza de tener noticias suyas durante estos tres largos años que nos quedaban para volver a vernos.
FIN
Raúl Tébar