Una Visita Inesperada

Acababa de salir de la ducha y estaba terminando de hacer la cama cuando de repente sonó el timbre. Me extrañó ya que no esperaba visita, me dirigí rápido hacia la puerta y miré por la mirilla. En ese momento no podía creer lo que estaba viendo; me quedé unos segundos en silencio, quieto, - no puede ser real, tiene que ser un sueño -, pensé.

Me apresuré en abrir la puerta, aunque no atinaba a meter las llaves en la cerradura, ya que las manos me temblaban de los nervios y mi pulso se aceleraba.

Y allí estaba ella, sola frente a mí y preciosa como siempre, -pasa, no te quedes en la puerta- la dije mientras la recogía el abrigo que traía. Nos sentamos en el sofá y a partir de ese momento todo fué mágico.

-Pasaba por aquí y quería venir a saludarte antes de que te fueras- me dijo. Yo estaba muy nervioso, pues llevaba tiempo deseando poder estar con ella a solas y decirle cuanto la amaba. No paraba de mirarla a los ojos, su mirada me cautivaba a cada segundo que pasaba. Sus manos cogían las mías y las palabras empezaron a salir solas...

-Sabes que mi situación es complicada, la mayor parte del tiempo estoy ausente y no puedo venir a Madrid- me dijo, -lo sé y no me importa, porque el dolor de alejarme y de renunciar a mis sueños es mayor que el de no poder tenerte cada día, si al menos puedo estar contigo aunque sea solo unas horas será suficiente para que merezca la pena luchar-.

Las lágrimas recorrían mi mejilla con tan sólo con imaginar que aquel momento podría ser el último... y la abracé, quería sentir su calor, sentir que estaba allí conmigo y entonces en ese momento entendí que no podía dejarla ir.

Nos miramos unos instantes fijamente a los ojos mientras nuestros labios se acercaban tímidamente hasta que nos fundimos en un tierno beso.

Una vida entera llena de felicidad, de sueños que se cumplían y de grandes momentos corrían por mi cabeza al imaginarme como sería estar juntos por siempre mientras nuestras lenguas jugaban a encontrarse.

Mis manos comenzaron a recorrer su espalda hacia su cabello, mientras ella se acostaba sobre el sofá llevandome con ella. El tímido beso que había comenzado hacia unos minutos estaba dando paso a algo que llevabamos encerrando mucho tiempo... la pasión y el deseo.

Los besos se acompañaban de caricias que recorrían todo nuestro cuerpo, nuestros corazones se aceleraban, la respiración se agitaba y la ropa empezaba a sobrar...

Y entonces todo terminó... nos quedamos abrazados mientras nos mirábamos, se nos había acabado el tiempo y debía irse.

-Te prometo que volveré y no pararé hasta cumplir mi sueño- la dije.

Me miró, esbozó una sonrisa de complicidad y se fué. Desde entonces no he parado de pensar en ella, en todo lo que la necesito a mi lado y en todo cuanto sería capaz de hacer por ella. Sé que la volveré a ver pronto, que volveré a mirarla a los ojos y que ella entenderá que siempre estaré ahí, esperándola para cumplir nuestros sueños juntos.

Raúl Tébar

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